Que las mujeres pudiéramos experimentar la envidia del pene -o de todo lo que éste suponía en términos de poder social- es algo conocido y comprensible, dadas las ventajas y prerrogativas de que han gozado los hombres.
Que las mujeres pudiéramos experimentar la envidia del pene -o de todo lo que éste suponía en términos de poder social- es algo conocido y comprensible, dadas las ventajas y prerrogativas de que han gozado los hombres.