Yo crecí en un mundo en el que “las cosas de las mujeres” daban vergüenza y poco de asco. Las cosas de las mujeres. Un mundo de paños, compresas, sangre, parto, leche y flujo. Eran asuntos escondidos de los que no se hablaba, como mis genitales.

Sr. Domingo: a las mujeres nunca, ni en los ochenta ni en los noventa ni en el siglo XIX nos ha gustado que abusen de nosotras, ni sexual ni de ninguna otra manera; ni que nos toquen ninguna parte del cuerpo sin nuestro permiso; ni que nos impongan las relaciones sexuales como chantaje para nada; ni que nos violen, en general.