A este concepto, se le ha considerado fundamental para explicar y promover distintos ámbitos de la vida social como el desarrollo económico, mejorar el funcionamiento del sector público; mantener la estabilidad del sistema democrático, incluso superar la pobreza.
Se considera que el capital social es una variable que mide la cooperación social entre los diferentes grupos humanos y el uso que el individuo hace de las oportunidades resultantes, las cuatro fuentes principales son: el afecto, la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales.
Ahora compartimos un texto resumido sobre lo que mismo autor de esta categoría de análisis propuso como parte de su teoría sociológica.
Por Pierre Bourdieu.
El capital social es el conjunto de recursos actuales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no sólo están dotados de propiedades comunes, sino que también están unidos por vínculos permanentes y útiles.
Estos vínculos son irreductibles a las relaciones objetivas de cercanía en el espacio físico o incluso en el espacio económico y social porque se fundan sobre intercambios indisolublemente materiales y simbólicos cuya instauración y perpetuación suponen el reconocimiento de esa cercanía.
El volumen de capital social que posee un agente particular depende, pues, de la extensión de la red de los vínculos que puede efectivamente movilizar y del volumen del capital que posee cada uno de aquellos con quienes está vinculado.
Esto significa que por relativamente irreductible que sea al capital económico o cultural poseído por un agente determinado, o aun por el conjunto de los agentes con los cuales está vinculado el capital social nunca es completamente independiente del hecho de que los intercambios que instituyen el interreconocimiento suponen el reconocimiento de un mínimo de homogeneidad “Objetiva” y ejercen un efecto multiplicador sobre el capital poseído en propiedad. Los beneficios que procura la pertenencia a un grupo son cimiento de la solidaridad que los vuelve posibles.
Esto no significa que conscientemente se los persiga como tales, aun en el caso de los grupos que, como los clubes exclusivos, están expresamente dispuestos a concentrar el capital social y de esta manera obtener el beneficio pleno del efecto multiplicador implicado en la concentración y asegurar los beneficios procurados por la pertenencia, beneficios materiales, como todas las variedades de “Servicios” asegurados por relaciones útiles, y beneficios simbólicos, tales como los asociados a la participación en un grupo selecto y prestigioso.
La existencia de una red de vínculos no es un dato natural, ni siquiera un “Dato social” , constituido de una vez y para siempre por un acto social de institución, sino producto del trabajo de instauración y de mantenimiento necesario para producir y reproducir vínculos durables y útiles, adecuados para procurar beneficios materiales o simbólicos.
En otros términos, la red de vínculos es producto de estrategias de inversión social consciente o inconscientemente orientadas hacia la institución o la reproducción de relaciones sociales de utilidad directa, a corto o a largo plazo; es decir, hacia la transformación de relaciones contingentes, como las relaciones entre vecinos, laborales o incluso de parentesco, en relaciones simultáneamente necesarias y electivas, que implican obligaciones durables subjetivamente percibidas como comunicación que supone y produce el conocimiento y el reconocimiento mutuos.
El intercambio transforma las cosas intercambiadas en signos de reconocimiento y, por medio del reconocimiento mutuo y del reconocimiento de la pertenencia al grupo que aquel implica, produce el grupo y determina a la vez los límites del grupo, es decir, los límites más allá de los cuales el intercambio constitutivo en el comercio, entre comensales, en el matrimonio no puede producirse.
Así, cada miembro del grupo se ve instituido como guardián de los límites del grupo: y dado que la definición de los criterios de ingreso está en juego en cada nuevo ingreso, puede producir cambios en el grupo al modificar los límites del intercambio legítimo mediante cualquier forma de unión no conveniente.
El rendimiento de este trabajo de acumulación y de mantenimiento del capital social es tanto mayor cuanto más importante es dicho capital, y su límite está representado por los poseedores de un capital social heredado, simbolizado por un apellido ilustre, que no están obligados a “Conocer” a todos sus “Conocidos”, que son conocidos por una cantidad de gente mayor de la que ellos conocen, que, siendo buscados por su capital social y que, por el hecho de ser “Conocidos”, bien merecen ser conocidos , están en condiciones de transformar todas las relaciones circunstanciales en vínculos duraderos.
Mientras se carezca de instituciones que permitan concentrar en manos de un solo agente la totalidad del capital social que funda la existencia del grupo y conferirle el mandato para ejercer, gracias a ese capital poseído en forma colectiva, un poder sin relación con su aporte personal, cada agente participa en el capital colectivo, simbolizado por el apellido de la familia o del linaje, pero en proporción directa a su aporte, es decir, en la medida en que sus acciones, sus palabras, su persona mantiene en alto el honor del grupo.
De hecho, es el mismo principio el que produce el grupo instituido en busca de la concentración del capital y la contienda en el interior de ese grupo por la apropiación del capital social producido por esa misma concentración.
Para circunscribir la competencia interna a los límites más allá de los cuales comprometería la acumulación del capital fundacional del grupo, los grupos deben estipular la distribución entre sus miembros del derecho a instituirse en delegado del grupo, a comprometer el capital social de todo el grupo: así, los grupos instituidos delegan el capital social a todos sus miembros pero en grados muy desiguales, y con ello puede individualizarse el capital colectivo completo en un agente singular que lo concentra y que, aunque obtenga del grupo todo su poder, puede ejercer sobre el grupo el poder que el grupo le permite concentrar.
Así, los mecanismos de delegación y de representación que se imponen por supuesto, más rigurosamente cuanto más numeroso es el grupo como una de las condiciones de la concentración del capital social entrañan el principio de una malversación del capital que ellos mismos producen
Artículo publicado en La nota antropológica el 05-01-2022