Una joven posa ante un escaparate de neón del Barrio Rojo de Ámsterdam, semidesnuda. Ante ella, un grupo de turistas, a los que solo se les puede ver el cogote, escucha las explicaciones del guía turístico, que les ha pedido que se den la vuelta: desde principios de año es ilegal mirar, hacer fotos o decir obscenidades a las prostitutas. Esta es una de las imágenes pintorescas que pueden observarse recorriendo las calles del conocido popularmente como “el burdel de Europa”, donde la prostitución genera entre 400 y 600 millones de euros al año, según Statistics Netherlands.
Desde el año 2000, la prostitución está totalmente despenalizada y regulada en los Países Bajos. Se calcula que hay de 20.000 a 30.000 mujeres prostitutas en todo el país, de las cuales dos tercios son extranjeras. A pesar de que uno de los objetivos, que supuestamente se persigue mediante la regulación es acabar con la trata de personas para explotación sexual, la misma ha seguido manteniéndose e incluso ha aumentado en el país.
En cuestiones de trata siempre se habla en términos de estimaciones, ya que no existe un “censo” de personas afectadas por esta situación, al tratarse de una actividad ilegal perseguida que genera beneficios gigantescos en todo el mundo. Las estadísticas oficiales más conservadoras estiman, según los datos de víctimas detectadas, que una de cada siete prostitutas en Europa son víctimas de la trata, mientras que algunos estados miembros apuntan a un porcentaje de entre el 60% y el 90%, según el informe del Parlamento Europeo, Sexual exploitation and prostitution and its impact on gender equality.
En el caso de los Países Bajos, la policía nacional, conocida como KLPD, estima que entre el 50% y el 90% de las prostitutas del “barrio rojo” probablemente sean víctimas de trata, y el informe realizado por la Fondation Scelles señala que la trata en el país ha aumentado progresivamente desde la legalización de la prostitución, con un incremento del 24% entre 2010 y 2011.
Además, no puede desligarse la cuestión de la trata y la prostitución con la pobreza y la inmigración. Según la Fondation Scelles la mayoría de las víctimas son de nacionalidades holandesa, nigeriana, húngara, búlgara y polaca. Y lo mismo apuntan Martjin Roessingh y Perdiep Ramesar, los periodistas y autores del libro Slaven in de polder (Esclavos en los pólders), un ensayo que, a través de testimonios, presentan así la realidad de las calles del Barrio Rojo de Ámsterdam: miedo, violencia y presión financiera, física y emocional.
Debido a esto, asociaciones que luchan contra la trata como Stop theTraffik realizaron un vídeo para denunciar la trata de personas en el barrio rojo de Ámsterdam. En el vídeo, unas mujeres bailan ante hombres que las vitorean y les hacen fotos. Al final del vídeo, después de los aplausos, aparece una frase en una gran pantalla ante las caras pálidas de los espectadores: “A miles de mujeres se les promete una carrera de bailarina en Europa occidental. Tristemente terminan aquí”.
La prostitución se desarrolla en Internet, apartamentos privados, salones de masajes… y hasta en aeropuertos. En julio de 2011 una investigación del diario neerlandés De Telegraaf reveló que en el aeropuerto internacional de Amsterdam-Schipol había turistas que pagaban a prostitutas en los baños y parkings del aeropuerto. Según ProCon, entre el 13 y el 21% de los hombres neerlandeses admite haber pagado por sexo alguna vez.
Lo más extravagante de todo es que, debido a la inexistencia de burdeles gestionados por prostitutas, el propio alcalde de Ámsterdam, Eberhard van der Laan, abrió en 2017 un burdel municipal (My Red Light) gestionado enteramente por prostitutas “en un intento de mejorar las condiciones de trabajo”.
Abolicionismo para erradicar la trata y proteger a las putas
Es un hecho constatado por datos oficiales de los mismos gobiernos que la trata y la prostitución disminuyen donde se han aprobado leyes abolicionistas, conocidas como “modelo nórdico” por su origen sueco, donde el “cliente” es penalizado y, como consecuencia, la “oferta” y la trata de personas se desplazan a países donde es legal ejercer.
Por este mismo motivo,es importante que se apliquen leyes abolicionistas a nivel europeo, para que la oferta no se traslade de los países abolicionistas hacia los regulacionistas. Esto lograría un doble objetivo: que disminuiría la trata de mujeres en la prostitución y cada vez sería menos “aceptable” pagar para tener acceso al cuerpo de une mujer.
En palabras de la ministra sueca de igualdad: Åsa Regnér: “Los jóvenes en Suecia ya no aceptan pagar por sexo”, 13,6% de hombres que admitían haber pagado por sexo al 8% en solo 10 años de aplicación del modelo. Se la considera la promotora de un importante cambio de mentalidad: la prostitución no es un oficio, es “explotación” y es responsabilidad de su clientela.
Además, otro de los objetivos que pretende el “modelo nórdico” es proteger a las prostitutas, que en los países donde se aplica tienen acceso a Seguridad Social, baja por maternidad, ayudas para salir de la prostitución y formación para incorporarse en un empleo.
Teniendo en cuenta el modelo matemático publicado este agosto por Petra Persson y Samuel Lee en un estudio de la Universidad de Stanford Human Trafficking and Regulating Prostitution, se podría llegar a la conclusión de que penalizar a los “puteros” es la única fórmula para terminar con la trata de personas.
Julia Bindel, escritora feminista inglesa, explica en su libro, The Pimping of Prostitutionque “la mayor parte de las zonas de prostitución callejera en todo el país (Países Bajos) han cerrado y pronto dejarán de operar. Algunos políticos y funcionarios de justicia comienzan a darse cuenta de que la legalización de la prostitución ha sido un verdadero desastre”. Además, explica Bindel, en muchas de las declaraciones hechas en el juicio de La Haya contra una decena de traficantes húngaros que operaban en el país, se vincula directamente la trata de mujeres con el régimen de legalización de la prostitución.
Los Países Bajos podrían considerarse, pues, como un ejemplo de cómo la regulación y legalización aumenta la trata y no mejora las condiciones de las prostitutas, y de que el camino a seguir para una sociedad del siglo XXI que respete los derechos humanos de las mujeres, las principales víctimas del “negocio del sexo”, es tender hacia políticas, leyes y tratados internacionales abolicionistas.
Artículo publicado en Kamchatka el 23-09-2018