Cuando el feminismo había desbordado todas las expectativas y se erigía como el movimiento social internacional más importante, comenzaba a expandirse por toda Europa una movilización ecologista contra el cambio climático capitaneada por los más jóvenes. Mientras, Alexandria Ocasio-Cortez, la mujer más joven elegida en la historia del Congreso de EEUU, nacida en el Bronx, planta cara a las políticas neoliberales de Donald Trump con su verbo y lanza su ambicioso Green New Deal (el nuevo acuerdo verde).

Yayo Herrero (1965, Madrid), activista ecofeminista y veterana militante de Ecologistas en Acción, había dejado su cargo al frente de la fundación FUHEM para tener más tiempo y poder dedicarse a la escritura, pero en realidad tiene la agenda llena de reuniones, conferencias y entrevistas. Procura acudir allá donde la reclaman y en Cuartopoder.es nos alegra que sea así. Las reflexiones serenas de esta antropóloga, ingeniera y profesora son imprescindibles para comprender el modelo económico caníbal en el que estamos inmersos, buscarle las costuras al sistema y vislumbrar las posibles recetas.

– Lleva tiempo denunciando que este modelo económico y financiero que tenemos se agota. ¿Qué señales evidencian este colapso del sistema?

– El detonante, si nos ponemos a mirar hacia atrás, es el informe Meadows del año 72. Aquel informe ya advertía de que el crecimiento ilimitado era inviable en un planeta con límites físicos. El informe fue muy denostado, pero cuando revisas sus previsiones, algunas se han cumplido. La Agencia Internacional de la Energía, que no es un organismo precisamente ecologista, reconoció que en 2006 se había alcanzado el pico de petróleo convencional, el máximo de extracción que se iba a dar nunca. Hasta hace unos meses (Antonio) Brufau, de Repsol decía que en dos o tres años tendremos problemas de abastecimiento de petroleo y reconocía que se estaba produciendo un proceso de desinversiones. Eso, en un mundo que come petróleo, es un síntoma claro.

Ese pico de petroleo va acompañado de los picos de extracción de muchos materiales como el cobre, el litio, el platino. Para pasar de una economía fosilista a una economía basada en renovables, del coche de combustión al eléctrico o expandir la economía digital, hacen falta minerales. Cuando miras todo eso que quiere hacer la industria y lo que nos dice la comunidad científica, las cuentas no salen. A todo eso le tenemos que añadir el cambio climático. Nos quedan 12 años para no sobrepasar el grado medio de subida de temperatura, pero hay una parte del cambio climático que ha venido para quedarse. El modelo puede coletear durante una temporada para seguir respondiendo solo a las necesidades de las minorías privilegiadas. Está agotado para dar satisfacción a las necesidades de todas las personas.

— No es la única. El ecofeminismo es una herramienta de pensamiento que sí es indispensable para repensar las prioridades de la economía y la cultura. También es un movimiento social que reclama la prioridad de situar la vida en el centro. Para poder revertir el modelo necesitamos una mirada ecologista, feminista y decolonial porque en este momento el conjunto del modelo globalizado se sostiene sobre el saqueo y el extractivismo de recursos naturales de otros lugares del planeta. La lógica neoliberal hace que los países más ricos solamente se puedan sostener sobre esa colonialidad y ese racismo estructural de los más pobres. Y la pata clave es un planteamiento de clase, igualitario, que defienda una vida decente para todas las personas y no solamente para unas pocas. La reducción de la esfera material de la economía, la defensa de la economía social y solidaria, la socialización de los recursos básicos y los bienes comunes, y la estructuración de los cuidados como un elemento central organizativo son elementos absolutamente indispensables para poder realizar esa transición obligada.

— Habla sobre los cuidados, que asumen mayoritariamente las mujeres de forma gratuita en todo el mundo. ¿Cuáles son las claves para darle la vuelta a la situación?

— El movimiento feminista lo ha trabajado estupendamente y los documentos que han sacado son casi como programas políticos para afrontar esto. Los cuidados son imprescindibles, una precondición para que pueda existir no solo la vida, sino también la propia producción capitalista. Han sido minusvalorados y recaen de forma no libre sobre las mujeres a partir del proceso de socialización patriarcal. Pero es un trabajo que tiene que ser asumido colectivamente. Hablamos de corresponsabilidad entre hombres y mujeres, pero también de las instituciones. Eso pasa por el mantenimiento de una red potente de servicios públicos y sociocomunitarios que deben ser radicalmente diferentes a los que tenemos ahora, dignos para las personas cuidadas, pero también para quienes realizan los cuidado: condiciones dignas, cláusulas sociales y residencias que no sean aparcamientos donde se espera la muerte, sino donde se puedan vivir las etapas finales de la vida con dignidad. También ayudas para quienes deseen ocuparse del cuidado de sus propios familiares La clave es garantizar como derecho el derecho a ser cuidado de todas las personas y, a la vez, que una mujer no se vea obligada de cuidar a aquellas personas que no quiere cuidar. Los hogares y las familias son las grandes corporaciones del patriarcado.

— Algunos sectores creen que el feminismo debe ser un movimiento amplio, sin tintes anticapitalistas. ¿Qué contesta a esto?

— Conozco muchas personas anticapitalistas que son absolutamente machistas y patriarcales. Quienes llevamos en movimientos sociales desde hace muchos años hemos visto a este homo militantus con muy buenas intenciones, pero con relaciones violentas con otras mujeres y hombres con menos edad y experiencia. La persona capitalista que hace una critica profunda a los medios de producción y a la acaparación de plusvalías generadas por la clase trabajadora no garantiza una lógica anti-patriarcal. El capitalismo como modelo económico no hubiera podido nacer sin una sociedad patriarcal, entendiendo por patriarcal una sociedad en la que hay un sujeto universal, que es el que manda y alimenta una fantasía de lo individual. Esa noción de sujeto estaba presente en las utopías socialistas y emancipadoras que nacen en ese momento que surge el capitalismo. Marx es quien más me ha condicionado la forma de pensar y de entender el mundo, pero él era un hombre de su tiempo. Las pensadoras que hablan de toda la cuestión ecologista, colonial o feminista, no están incorporando morcillas o pegotes, sino que permiten entender lo fundamental. El capitalismo es un iceberg: abajo está la extracción de materiales de la corteza terrestre, la incautación de un trabajo ingente que las mujeres hacen en los hogares… Sin analizar como el capitalismo explota eso para poder mantenerse es muy difícil poder entender nada. Hay una parte del marxismo, solo una parte, empeñada en analizar tan solo el trabajo asalariado y el empleo. Ese análisis queda desprovisto de una base fundamental para entender todo lo que está pasando y que es la proporcionada por el feminismo, el movimiento decolonial y el ecologismo.

Artículo publicado en Cuartopoder el 8/4/2019