Mientras haya que seguir explicando una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez que el femenismo NO es lo contrario que el machismo, sino la oposición al mismo, la erradicación del mismo, más que nunca hará falta el 8M.
Mientras haya que seguir explicando que las feministas NO estamos contra los hombres, NO son nuestros enemigos, NO los odiamos (los queremos), más que nunca hará falta el 8M.
Mientras no se comprenda que si no eres machista eres feminista (por definición, porque eso significa ser feminista: no ser machista; no otra cosa), hará falta 8M.
Mientras haya quien siga sin ver que las violaciones las sufrimos nosotras, las agresiones sexuales las sufrimos nosotras, las víctimas de trata para explotación sexual seguimos siendo las mujeres, las que tenemos miedo al volver solas a casa somos nosotras (aún estoy por ver al hombre que, por miedo, se cruza de acera en la noche cuando, yendo solo, se cruza con una mujer, o acelera el paso y siente que le explotan las sienes); mientras todo eso suceda, hará falta más que nunca el 8M.
Mientras haya mujeres que piensen que es que “esto en mi casa no pasa; yo educo a mi hijo en igualdad”, es que hace falta mucha sororidad, MUCHA, y por tanto mucho 8M.
Mientras nos sigan preguntando si queremos ser madres en las entrevistas de trabajo, o nos toquen el culo (o lo intenten) hará falta mucho 8M.
Mientras tantas y tantas mujeres en el mundo sean pisoteadas, abusadas, ninguneadas, por el hecho de serlo, hará falta MUCHO 8M.
Mientras las mujeres migrantes sean relegadas, olvidadas, doblemente abusadas en todos los sentidos (por migrante y por mujer) hace falta mucho 8M.
Mientras una sola mujer en el mundo sea cosificada, tratada como carne para saciar apetitos sexuales, secuestrada, violada, ¡¡ASESINADA!! no habrá años bastantes en el devenir de la humanidad para celebrar 8Ms.
Mientras las encuestas entre los jóvenes sigan arrojando datos tan alarmantes sobre lo que “ellos” piensan sobre las relaciones con “ellas”, hace falta mucho 8M. Por ellas, por mí, por todas. #Feminismo en taza grande.
En casa, en el colegio, en la calle, en el trabajo, en el bar, en todos los rincones del planeta… Sorodidad. Empatía. Porque como decía Ángela Davis, el feminismo es la idea radical de que somos personas. Radicalmente.