La experiencia de mujeres que se negaron a resignarse ante una injusticia, una tragedia o la tradición de sus países
Un recorrido por algunos de los éxitos y retos que afrontan mujeres “anónimas” en el Día Internacional de la Mujer

 

ESPAÑA

La lucha de una madre por terminar con el “patriarcado judicial”

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Ángela González perdió hace 12 años a su única hija. Su exmarido, del que se estaba separando, le descerrajó tres tiros a la niña, de siete años, durante una de las visitas acordadas por un juez que desoyó las reiteradas advertencias de la madre. El hombre acabó suicidándose. Todos los escalafones de la justicia española archivaron las denuncias al entender que el Estado no tenía responsabilidad alguna en lo sucedido.
Ángela acabó perdiendo la fe en las administraciones españolas y llevó sus reivindicaciones ante la ONU, que en agosto de 2014 condenó a España “por no actuar de manera diligente”. El organismo dispuso un plazo máximo de seis meses para que el Gobierno cumpliera sus exigencias. La respuesta llegó a tiempo pero no fue del agrado de las organizaciones de mujeres que han seguido el caso de Ángela todos estos años. “Es insuficiente”, apuntaron al unísono.
Entre otras cosas, echan en falta un cambio en la justicia española que deje atrás el patriarcado, que dicen, todavía está latente, y sobre lo que la ONU también llamó la atención. Ángela todavía sigue esperando una indemnización del Estado y un perdón público por la cadena de errores que se cometieron. Su ejemplo, espera que sirva para que ningún organismo pase por alto, discrimine, las advertencias de una madre por ser mujer.
 
MEXICO
Las Patronas: una luz en el camino de La Bestia
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Está llegando. Norma Romero se apresura y termina de anudar la cuerda que une varias botellas de agua entre sí. Agarra parte de las bolsas de comida y anima a sus compañeras a correr. Mientras se aproximan a las vías del tren, el estruendo se acerca. Aparece La Bestia, el tren de mercancías donde miles de emigrantes arriesgan su vida para cruzar México y alcanzar Estados Unidos.
Los emigrantes asoman su cuerpo entre los huecos de los vagones y retiran los paquetes de comida de las manos de Las Patronas, un grupo de mujeres mexicanas que dedican buena parte de su vida a batallar por los derechos de los migrantes. “Buscamos hacer una lucecita que ilumine su camino; damos comida y agua, y apoyamos a estos hermanos para que se recuperen y puedan seguir su camino”, contó a eldiario.es en su última visita a España. Estas historias empezaron a conocerse en en el estado mexicano de Veracruz en 1995. Un día de ese año, Clementina y Bernarda Romero regresaban a casa con la compra. “Tenemos hambre”, escucharon desde los entresijos de La Bestia. Miraron sus manos; les lanzaron su comida.
Casi 20 años después, Norma Romero, hermana de Clementina y Bernarda, ha sido galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos de México en 2013. Junto a cerca de una decena de familiares mantiene vivo el espíritu de Las Patronas. No es fácil. “Hay gente que nos ataca, dicen que somos parte del problema, que estamos provocando que la gente emigre. Pero los culpables son los gobiernos por no crear las condiciones necesarias para evitar que las personas se vayan de su país”, lamenta con contundencia. “Nos preocupamos como mujeres, como madres, queremos dejar un mundo que no esté tan jodido”.
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

 “Lo que pasa en República Democrática del Congo es un feminicidio”

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La periodista Caddy Adzuba es una de esas voces incómodas que dedica su vida a recordar que el conflicto que vive la República Democrática del Congo (RDC), desde 1996, sigue teniendo consecuencias insoportables: asesinatos, saqueos, familias enteras obligadas a dejar su hogar y miles de mujeres víctimas de las violaciones, que se usan como arma de guerra. Así lo expresó en su discurso con el que agradeció el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014.
Denuncia que todas las vulneraciones transcurren ante la indiferencia y el “silencio” de la comunidad internacional. “El conflicto tiene orígenes y causas, no solo congoleñas o africanas, también internacionales y económicas. Y ese es el motivo por el que está olvidado”, apuntó en un acto en Madrid. La periodista, amenazada desde 2009, culpa asimismo a las empresas que acuden a la llamada de minerales como el oro, diamante, níquel o coltán, muy presentes en la zona. “Son muchas las multinacionales que están financiando esta guerra negociando con los rebeldes que explotan las minas donde se extraen esos minerales, como el coltán, con el que se hacen los teléfonos móviles de todo el mundo. Tiene que haber un control para que dejen de hacerlo”.
Adzuba califica sin titubeos la violencia en su país: “Lo que está pasando en RDC es un feminicidio”. Da una cifra, solo en el hostpital de Kivu, su ciudad, han atendido a 50.000 mujeres. “¿Cuántas habrá en el resto del país y cuántas no habrán acudido a un hospital?”. Aunque los datos oscilan según su origen, instituciones como la American Journal of Public Health llega a hablar de 400.000 violaciones al año. La voz de la periodista se cuela en todo el país, a través de Radio Okapi, una emisora que funciona bajo el paraguas de la ONU. Caddy Adzuba aconseja a las mujeres qué hacer cuando son víctimas y cómo combatir el tabú que rodea a una violación. “Les suplicamos que no se rindan. Algunas consiguen convertir la pena en poder”.
BOLIVIA
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TERESA REAL

“Estoy mejor solita”

“Estoy mejor solita”. Hace 10 años Teresa no podría imaginar que pronunciaría tal afirmación.“Me daba vergüenza separarme. Pensé que se burlarían de mí”. Tardó años en ignorar esos miedos inconscientes, esa sensación de angustia forjada en una sociedad patriarcal donde el 87% de las mujeres bolivianas sufre algún tipo de violencia machista. Hoy lo dice orgullosa, lo dice risueña, lo dice bien alto: “Estoy mejor solita. Yo decido”.
Es una de las fundadoras de AMPROM, un grupo de mujeres apicultoras de la localidad de Muyupampa. De las 150 que comenzaron las formaciones, solo 12 han permanecido. La mayoría dejó de asistir; no se lo permitían sus maridos o hijos, explican desde Ayuda en Acción, ONG que apoya el proyecto. Teresa reconoce el machismo existente a su alrededor, pero resalta los logros: nota un cambio en las parejas del resto de socias. “No les dejaban acudir a las reuniones. Algunos aparecían y molestaban mucho, les exigían que volviesen a casa. Yo también tuve problemas… Pero poco a poco van comprendiendo que no estamos perdiendo el tiempo. Trabajamos, como ellos”. Su batalla contra el machismo se refleja en pequeños detalles del día a día. “Seguir adelante con la asociación nos ha dado mayor libertad para opinar. Ahora nos respetan”.
El Gobierno de Bolivia promulgó en 2013 una nueva Ley para ampliar el concepto de violencia machista y agravar las penas. “Ahora los hombres saben que está más controlado y muchas mujeres sabemos lo que tenemos que hacer para denunciar. Ya no es como antes”. No obstante, todavía queda un importante camino por recorrer en su aplicación. Desde que se creó la normativa, tan solo ocho de los 206 feminicidios han acabado en condena, afirma Nancy Tárraga, experta en género de Nord Sur.
“Yo di el paso. Intento aconsejar a mis compañeras, pero debemos ser independientes”, reitera Teresa desde Bolivia. “Debemos ser fuertes —continúa—. Durante un tiempo se lleva muy mal pero, después del tropiezo, te levantas más fuerte”.
EL SALVADOR
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Libertad tras siete años de cárcel por un aborto

Las lágrimas caían por el rostro de Guadalupe Vásquez Aldana. El 20 de febrero de 2015, la joven salvadoreña de 25 años recuperó su libertad tras más de siete años de prisión y su indulto hacía historia como el primero en la historia de El Salvador a una mujer acusada de aborto. Guadalupe había sido condenada a 30 años de cárcel por un delito de homicidio agravado (por grado de parentesco) debido a un aborto involuntario. Según su testimonio, la joven no se dio cuenta de que estaba embarazada –su vientre no creció– hasta que dio a luz de madrugada a una criatura sin vida en su pequeño cuarto sin electricidad de la casa en la que trabajaba por 80 dólares al mes. Su patrona descubrió que tenía una hemorragia y la llevó al hospital, cuyo personal sanitario la denunció a la policía por aborto.
El aborto es completamente ilegal en El Salvador desde 1998 y se castiga con penas de dos a ocho años de cárcel. Sin embargo, la reforma del artículo 1 de la Constitución insta al Estado a salvaguardar la vida de toda persona “desde el momento de la concepción” y permite que la Fiscalía tipifique las interrupciones de embarazo como homicidio agravado, como es el caso de Guadalupe. La salida de la chica ha sido posible gracias a la presión de varias organizaciones sociales, que han solicitado al Gobierno el indulto de 17 mujeres que se encuentran presas en circunstancias similares.
A su salida de la prisión, Guadalupe Vásquez declaró ante los medios que lamentaba haber perdido siete años de su vida, pero era momento de mirar hacia delante y a otras mujeres con su misma suerte. Como Cinthia Marcela Rodríguez Ayala, a la que la Corte Suprema denegó su solicitud de indulto. También tenía 18 años cuando tuvo un parto precipitado que enfrentó sola y también fue condenada a 30 años de prisión. Ya ha cumplido seis años. Cinthia declaró que el bebé nació con el cordón umbilical enrollado al cuello y que ella intentó cortarlo con una tijera. “En el juicio no se presentaron pruebas directas de que quisiera causar la muerte del recién nacido”, critica Dennis Muñoz, uno de los abogados encargados de presentar las 17 solicitudes de indulto.
INDIA

Evitar el matrimonio infantil en India y convertirse en deportista

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Su nombre significa “hija de las montañas” pero Parvati Pujari vino al mundo en las profundidades de Mumbai. Concretamente, en una zona de chabolas ubicada donde hoy se alza uno de los mayores centros comerciales de la India. Allí trabajaba su padre, Baban Pujari, y allí se crió esta joven, la cuarta de seis hijas. El esperado varón nunca llegó. A Parvati le aguardaba el mismo destino que al 47% de las niñas de su país, según UNICEF: el matrimonio infantil. Como marcaba la tradición –más fuerte que la ley india, que lo prohíbe desde 2006- Parvati vio casarse a sus hermanas mayores a la edad de 12, 13 y 17 años. Cuando pisó la escuela por primera vez, a los nueve años, y ganó una carrera en una competición escolar, el futuro dio un vuelco. “Me di cuenta de que podía convertirme en una atleta”, contó a eldiario.es. El camino hasta conseguirlo se perfilaba plagado de obstáculos.
“En mi país no se entiende mucho el deporte femenino, son muy pocas las personas que aceptan y creen que la presencia de las mujeres en el deporte es algo positivo. La mayoría no lo comprenden, se piensa que nuestro papel es estar en la casa y cuidar de los niños”, explica esta joven. Tras cumplir los 13 años, sus padres quisieron casarla. “Las hijas son una carga para las familias. Las razones económicas y la creencia de que a esa edad, si no me casaba, era probable que abusaran de mí forzó a mis padres a casarme”. O a intentarlo, porque Parvati ya era entonces una destacada deportista. Recuerda que fue muy duro, que la obligaron a abandonar la escuela y las actividades con la ong donde colaboraba así que no le quedó más remedio que la huelga de hambre: “Dejé de comer”. Y accedieron. Pudo seguir con su vida.
Dos años después, a los 15, se repitió la escena. La excusa volvía a ser el dinero así que Parvati consiguió un trabajo. Ella no quería casarse. Quería estudiar y seguir compitiendo. A día de hoy no recuerda el número de trofeos que ha ganado en los múltiples deportes que practica. La “hija de las montañas” se ha convertido en la primera persona de su familia graduada en la universidad y en un ejemplo para sus hermanas pequeñas. “Ninguna de ellas se ha casado. Una es enfermera y la otra sigue estudiando”. A Parvati, que además de competir es entrenadora, le gustaría seguir formándose en gestión deportiva, estudiar en otro país. “El deporte puede ser una poderosa herramienta de cambio”, concluye.
Artículo publicado en el diario.es el 07-03-2015