santos inocentes
 
Los niños del casi medio millón de familias valencianas afectadas por la pobreza, tan inocentes como los del resto del mundo que padecen hambre, miseria y explotación. Las víctimas del accidente de la línea 1 de Metrovalencia y sus familiares que aún esperan que se asuman responsabilidades. Las familias desahuciadas por bancos que desprecian el derecho a la vivienda mientras pagan sobresueldos a sus directivos. Las personas dependientes y sus cuidadores que ven reducidas las ayudas que tanto necesitan. Los afectados por el impago de las ayudas a la vivienda que esperan que las resoluciones de concesión no queden en papel mojado. Los padres y madres que ven reducidas las ayudas a la educación de sus hijos año tras año. Los trabajadores de RTVV y de tantas empresas públicas que han sido el chivo expiatorio del despilfarro de sus responsables y administradores. Los jóvenes que han perdido su oportunidad de acceder a una educación superior por la reducción de becas. Las personas vulnerables perjudicadas por el copago en discapacidad y farmacia. Los desempleados que ven agotado un subsidio  de miseria. Los vecinos de tantos barrios huérfanos de servicios y mejoras sustraídas para financiar grandes proyectos que hoy se entregan a precio de saldo a operadores privados. Estos y muchos más son nuestros santos inocentes …
Víctimas de un orden injusto que antepone supuestas razones económicas a los derechos humanos y a la misma democracia.  Ya es tiempo de que sepan que no están solos. Junto a ellos hay mucha gente decente, cientos de miles de personas que, a pesar de todo, no han perdido la dignidad y no están dispuestas a aceptar estas terribles situaciones como si fueran inevitables.
Como tantos valencianos  que practican la solidaridad y construyen de verdad la inclusión. Gentes que llenan las calles y plazas para defender los servicios públicos y rechazar unos recortes que perjudican a los más débiles. Las personas que exigen políticas activas de lucha contra la pobreza y defienden los derechos humanos. Los profesionales de la sanidad, de la educación, de los servicios sociales, y de las administraciones públicas que se esfuerzan en desempeñar ejemplarmente su trabajo a pesar de recortes y directrices de desatención. Los periodistas, abogados, policías, fiscales y jueces que se exponen denunciando, persiguiendo  y haciendo posible el castigo a los corruptos.
Las personas de bien que no renuncian a señalar a los responsables de esta situación de miseria, a los causantes del despilfarro de los recursos, a quienes quieren limitar oportunidades, cercenar derechos, a los responsables de comprometer el futuro de nuestros hijos.
Quienes, a pesar de todo, no renegamos de la democracia sino que, por el contrario, creemos que aún estamos a tiempo de construir democráticamente un orden social y económico más justo, inclusivo y solidario, los celebramos a todos ellos cada día. Porque no estamos dispuestos a soportar por más tiempo el yugo de esta miseria, porque creemos que es posible escribir juntos una historia diferente.
Vivimos tiempos de precariedad e incertidumbre, tiempos en los que se agudiza la desigualdad y somos más conscientes que nunca de nuestra propia vulnerabilidad individual y colectiva. Tiempos en los que a los poderes económicos y políticos le resulta útil agitar el fantasma del caos, cultivar el miedo para enfrentar cualquier propuesta de cambio.  Esta será una estrategia de la que tendremos numerosos ejemplos en el año que está a punto de comenzar y que trae en el calendario tres confrontaciones electorales decisivas para producir un cambio de mayorías que puede ser, si nos lo proponemos, la antesala de una transformación social y política más profunda.
Bien difícil lo tienen quienes, después de tantos años cómodamente instalados en sus privilegios, aún creen que tienen alguna capacidad de control social. La realidad es que a pesar de sus trampas, manipulaciones y amenazas, el asco y la indignación ante el saqueo perpetrado, ante la miseria a la que nos han conducido, alientan una imparable rebelión democrática de quienes ya no se resignan, no nos resignamos, a seguir siendo tan sólo víctimas … o santos inocentes.
Artículo publicado en Levante EMV el 28/12/2014