A pesar de la extrañeza que suscitó la elección de este país, resultó una experiencia inolvidable.
Nuestra aventura viajera comenzó el 12 de junio de 2011. Llegamos en primer lugar a Bucarest, ciudad donde coexisten los edificios de arquitectura afrancesada, con grandes bulevares, y aquellos construidos durante el periodo comunista.
Fue impresionante recorrer los extraordinarios bosques de coníferas en los Cárpatos, un largo camino para llegar al norte, a la comarca de Moldavia y Boscovina. Tuvimos que atravesar Transilvania, con sus tradiciones vampíricas muy a pesar de los rumanos quienes reniegan de esta imagen que ofrece uno de sus héroes, paso necesario hasta alcanzar Los Monasterios. Después de tan largo camino, recorrer los Monasterios fue un premio y además disfrutamos de unos días soleados, tranquilos y relajantes.
Podríamos hablar mucho de este viaje, de como vimos la vida en el medio rural y en las grandes ciudades, sus contrastes, la situación política y cultural, etc., pero lo más importante es que, desde ese viaje, Rumanía ya no es una desconocida para nosotras.