Nos planteamos este ciclo de conferencias antes de que la COVID-19 estremeciera nuestro mundo, nuestras vidas. Ya éramos conscientes de que incluso en las llamadas Sociedades del Bienestar se estaban agudizando los problemas sociales, se estaba abandonando lo que, en una pequeña parte del mundo, había sido su idea motor a partir de la Guerra Fría: una población con empleos estables, con salarios suficientes para alimentar el capitalismo de consumo, con instituciones estatales que, a través de sistemas fiscales progresivos redistribuyeran parte de la riqueza creada invirtiendo en servicios públicos, educación, pensiones, sanidad, subvenciones, etc. Esas eran las líneas generales del modelo de Estado del Bienestar, si bien en todos los países más industrializados no funcionó igual, al mismo tiempo y con la misma intensidad. Así, por ejemplo, en nuestro país pasamos del paternalismo franquista al intento de montar nuestro Estado de Bienestar cuando ya empezaba a entrar en crisis en otros países. En los setenta, ya empiezan a surgir grietas en el Pacto Social de 1945, ese progresivo derrumbe se irá agudizando y ya a finales del s.XX podemos afirmar que hemos pasado de un “capitalismo con rostro humano” a un nuevo capitalismo globalizado más parecido al “manchesteriano del s. XIX”.
La forma de interpretar los problemas socioeconómicos, la gestión de las crisis a nivel global, la narración de los hechos que han divulgado reconocidos economistas neoliberales y las medidas que han propugnado, han ido construyendo un mundo más competitivo en el que se han abandonado las luchas colectivas por la redistribución de la riqueza social y en el que se ha roto el proceso de ascenso social. La inseguridad y el funambulismo forman parte de la vida cotidiana de una mayoría de la población convertida en consumidores fallidos, en perdedores de la globalización que, cada vez más, buscan chivos expiatorios (migrantes, minorías, mujeres), perdedores que con frecuencia también se han sentido olvidados por la propia izquierda. Malestares socioeconómicos ante los cuales debería hacer autocrítica la izquierda “liberal-progresista” presente en los órganos de gobierno.
Si a todo ello añadimos el papel manipulador de los medios de comunicación, la invasión del “ruido” y las mentiras en la información que circula, el papel cada vez más decisivo de las redes sociales que, además de convertirnos en productores y difusores de noticias, nos convierten en presas de control fácil, podemos empezar a entender lo que está pasando. Podremos empezar a entender por qué los países más poderosos tienen al frente individuos salidos de las urnas como Trump o Putin. La frustración y los sentimientos de fracaso tienen su traducción en desconfianza respecto a la política tradicional, en tentaciones populistas de derechas y en formas de etnonacionalismo. Pero, además, se reflejan también en forma de malestares psicológicos (estrés, depresión, etc.) y corporales de la población que, siendo síntomas evidentes de unas sociedades enfermas, se interpretan en clave individual y desmovilizadora.
En los párrafos anteriores, hemos intentado plantear algunos de los procesos de cambio creadores de malestar que vienen desarrollándose desde hace algunas décadas en nuestras sociedades. Pero, si los malestares ya eran variados y evidentes, de forma abrupta e inesperada (aunque muchas veces anunciada) aparece un coronavirus que ha estremecido al mundo y ha trastocado completamente nuestra forma de relacionarnos con la vida y con los demás. Ese golpe brusco a nuestras formas de vida nos ha hecho enfrentarnos al aislamiento, a la falta de movilidad, en ocasiones a la soledad y, como no podía ser de otra forma, a replantearnos si la pandemia puede ser un revulsivo que nos haga ser capaces de parar, pensar y aprender de la historia del s.XX y, en consecuencia, dar una salida más democrática, igualitaria y ecológica a la situación, es decir, para construir un mundo mejor. Sin embargo, el optimismo del principio del confinamiento ha ido dejando paso al escepticismo actual. Es indiscutible que se van a producir cambios pero la dirección que tomen los mismos va a depender, aunque no solo, del impulso y las luchas de la ciudadanía.
Nuestra Asociación es experta en organizar actividades que favorezcan ese pensamiento crítico que es premisa necesaria para el cambio. Como siempre, se han planificado nueve sesiones que desafortunadamente tendrán que desarrollarse por videoconferencia. Aunque esto nos privará de nuestra cita semanal, del placer de vernos y de abrazarnos, pensemos que nos permitirá seguir en contacto y continuar con nuestra “Aventura del Saber con mirada de mujer”
La primera sesión programada irá destinada a contextualizar la llamada Sociedad del Bienestar, a señalar las razones de su aparición en una parte del mundo y su carácter casi excepcional en la historia reciente. También tendrá el objetivo de explicar los cambios que se han producido y sus consecuencias sobre el bienestar social y sobre la construcción de las subjetividades.
En las ponencias 2, 3, 4 y 5 se abordarán los malestares más destacables aparecidos dentro de los cuatro pilares básicos del Estado del Bienestar: sanidad, educación, pensiones y regulación laboral.
La sexta ponencia se ocupará del papel de los discursos de la psicología positiva pretendidamente adaptativos a un mundo para muchos sin sentido, para otros invivible.
En la séptima se tratará de reflexionar sobre la capacidad que tiene esta sociedad capitalista de convertir todo en mercancía, muy especialmente los cuerpos de las mujeres.
La octava, después de haber abordado los temas anteriores, tendrá como principal objetivo aportar ideas sobre aquellos elementos y procesos que están detrás del actual auge de la extrema derecha, de los neofascismos.
Y, finalmente, la última sesión irá destinada a apuntar la necesidad de una nueva mirada, una nueva perspectiva que nos permita vislumbrar posibles vías de cambios necesarios para construir una sociedad más amable, más inclusiva, más cuidadora de las personas y del medio ambiente.