Hablar a la vez del movimiento femenino y de movimientos sociales revela que estamos abriéndonos a nuevas opciones y alternativas con diferentes sentidos.
Casi siempre la Historia nos presenta las mejoras sociales conseguidas por las mujeres como el producto de un progreso que marcha por sí solo o como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han jugado un papel activo. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han obtenido conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres luchando y protagonizando esas conquistas. ¿Acaso no recordamos ya a aquellas mujeres que iniciaron prácticas comunitarias de apoyo y proyectos de auto construcción para poder trabajar y atender a las familias, para poder ser amas de casa, estudiantes, trabajadoras, obreras, vendedoras, madres, esposas e hijas a la vez. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy disfrutar de derechos que en un pasado no tan lejano nos fueron negados.
Desgraciadamente hemos podido constatar que los derechos adquiridos se ven muy seriamente amenazados y las mujeres seguimos inmersas en la lucha en defensa de esos derechos. Estamos en las marchas por los servicios públicos, por el derecho a la vivienda, por la justicia y la dignidad y estamos en los movimientos por la defensa de la tierra, por una arquitectura más humanizada o por la recuperación de nuestra memoria histórica. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones y éxitos de las mujeres las que permitirán seguir avanzando en la igualdad formal o legal en unos casos y en la igualdad real, de oportunidades y trato en otros casos.
Las mujeres, igual que los hombres, tienen opiniones y actitudes políticas e ideológicas muy distintas porque tienen intereses muy diferenciados, pero como seres humanos tienen una serie de derechos comunes como el derecho al trabajo, a la libertad de expresión, al ocio, a la cultura, al sexo, al descanso, a estudiar y a participar activamente en la política.
Hablar a la vez del movimiento femenino y de movimientos sociales revela que estamos abriéndonos a nuevas opciones y alternativas con diferentes sentidos.
Casi siempre la Historia nos presenta las mejoras sociales conseguidas por las mujeres como el producto de un progreso que marcha por sí solo o como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han jugado un papel activo. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han obtenido conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres luchando y protagonizando esas conquistas. ¿Acaso no recordamos ya a aquellas mujeres que iniciaron prácticas comunitarias de apoyo y proyectos de auto construcción para poder trabajar y atender a las familias, para poder ser amas de casa, estudiantes, trabajadoras, obreras, vendedoras, madres, esposas e hijas a la vez. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy disfrutar de derechos que en un pasado no tan lejano nos fueron negados.
Desgraciadamente hemos podido constatar que los derechos adquiridos se ven muy seriamente amenazados y las mujeres seguimos inmersas en la lucha en defensa de esos derechos. Estamos en las marchas por los servicios públicos, por el derecho a la vivienda, por la justicia y la dignidad y estamos en los movimientos por la defensa de la tierra, por una arquitectura más humanizada o por la recuperación de nuestra memoria histórica. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones y éxitos de las mujeres las que permitirán seguir avanzando en la igualdad formal o legal en unos casos y en la igualdad real, de oportunidades y trato en otros casos. Las mujeres, igual que los hombres, tienen opiniones y actitudes políticas e ideológicas muy distintas porque tienen intereses muy diferenciados, pero como seres humanos tienen una serie de derechos comunes como el derecho al trabajo, a la libertad de expresión, al ocio, a la cultura, al sexo, al descanso, a estudiar y a participar activamente en la política.