Ponente: Josep Vicent Boira i Maiques, Catedrático de Geografía Humana en la Universitat de València y profesor al Departamento de Geografía
Conferencia enmarcada dentro del Seminario “Geopolítica en el siglo XXI: Así se mueve el mundo”.
China es un estado con una fortísima concepción territorial. No en balde su nombre, en chino, es zhong guo, literalmente “el país del centro”. El pictograma que representa China es un cuadrado atravesado por el medio por una línea meridiana. La Belt and Road Initiative (BRI) o también OBOR (One Belt, One Road), lanzada por el Presidente Xi Jinping en 2013, es una clara iniciativa de carácter geopolítico. Por su parte, la Unión Europea dispone de la estrategia europea de redes de transporte y comunicación, conocida como TEN-T Network (Trans-European Transporte Network). Los primeros pasos reales se dieron en 2011 a pesar de que no fue hasta 2013 cuando se aprobaron los reglamentos de funcionamiento de esta red. Alain Baron, miembro de la DG MOVE, ha asegurado (junio 2018) que: “Cuando reconsideramos la red global ferroviaria [de la Unión], tendríamos que observar las posibilidades que la Belt and Road Iniaitive nos está ofreciendo”.
Las dos estrategias muestran la importancia de las iniciativas de transporte global, que no solo tienen que ver con los recursos naturales tradicionales, materia de la geopolítica clásica, sino de la dominación del mapa de las rutas globales de transporte en un entorno donde el vector de funcionamiento será la conectividad, como explicó no hace demasiado Parag Khanna con su libro “Conectografia. Mapear el futuro de la civilización mundial”.
Solo desde la perspectiva global podremos entender la necesidad de estas infraestructuras estratégicas que grandes potencias como China y la Unión Europea están construyendo, mientras los Estados Unidos, cerrados a partir de la presidencia de Donald Trump, confía en sus bases militares y el músculo heredado de la Guerra Fría para no restar ausente del nuevo mapa mundial.