A primeros de julio, hicimos las maletas y nos embarcamos en una nueva aventura dispuestas a descubrir otros lugares, experiencias y compartir unos días de descanso y diversión.

Este año hemos tenido la oportunidad de pasar una semana inolvidable recorriendo la isla de Sicilia: Palermo, Monreale, Agrigento, Siracusa, Taormina, el Etna, Messina y Catania. Nos hemos acercado a su historia, su economía, su gente tan acogedora, sus canciones tan románticas, su gastronomía, su arte tan rico y variado, sus raíces griegas, romanas, árabes… Un ejemplo de mezcla de culturas y de convivencia a lo largo del tiempo.

Bailamos a medianoche en las calles de Taormina; tomamos baños en la piscina por la noche y en la playa al atardecer; subimos al Etna el día antes de que entrara en erupción y despertó mostrando la fogosidad de sus entrañas: arrojando fuego y lava y ofreciéndonos un espectáculo inolvidable de fuegos nada artificiales que pudimos contemplar desde la terraza de nuestro hotel. Ha sido una experiencia sumamente interesante y enriquecedora.