Desde la huelga de 2018, el espacio feminista se ha ensanchado para dar respuesta a la precariedad y las violencias, pero también para plantar cara a los problemas de acceso a la vivienda, el racismo o la crisis climática
Desde la huelga de 2018, el espacio feminista se ha ensanchado para dar respuesta a la precariedad y las violencias, pero también para plantar cara a los problemas de acceso a la vivienda, el racismo o la crisis climática