Las consecuencias del cambio climático, la falta de fondos para la mitigación o para paliar los desastres y el impacto de la guerra en Ucrania ponen en jaque al continente africano.
Cuando vemos ese mundo desarrollado (entre comillas) vemos que todos tenemos el mismo problema, sólo que por nosotros pasó primero el rodillo del Banco Mundial y el FMI”, dice Aminata Traoré.
A raíz de la publicación de unas informaciones sobre la protesta protagonizada por un grupo de sudaneses en Níger y su posterior represión, reflexionamos sobre por qué este tipo de informaciones no generan apenas interés ni entre las audiencias más sensibilizadas.
Bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, “estabilizar la región”, «misión humanitaria “, o «mantenimiento de la paz», el Comando de África de los EEUU (AFRICOM) ya ha instalado unas 50 bases militares por todo el continente, mientras aplasta los movimientos progresistas y anticapitalistas, apuntalando a los regímenes corruptos y dictatoriales que dirigen las formas más salvajes de gobernar una nación.
“África da más al mundo de lo que recibe”, declara el filósofo senegalés Felwine Sarr a Efe en su casa en Dakar, en uno de los pocos huecos de la apretada agenda de este pensador a contracorriente que cuestiona el concepto mundial de desarrollo.
Corría el año 1963 cuando la cantante y activista sudafricana Miriam Makeba se plantaba en la sede de la ONU y denunciaba las atrocidades del régimen del apartheid. Sus canciones, en la línea del discurso promulgado en dicha sede, han dado la vuelta al mundo y agitado las conciencias de millones de personas.
El intelectual senegalés Felwine Sarr cree que el continente debe desarrollarse en función de planes y proyectos hechos desde dentro y no imitar ni seguir objetivos occidentales