El principal reto de las políticas de movilidad debe seguir siendo el mismo de hace décadas: reducir los kilómetros que las personas recorren anualmente en coche.
En general, los efectos de la contaminación los sufren siempre los grupos más vulnerables – niños, gente mayor y personas con enfermedades crónicas- que, paradójicamente, son los que menos responsabilidades tienen en la generación de la misma. Es obvio que no podemos elegir otro aire para respirar en la ciudad.