El fenómeno de la corrupción en España acumula numerosos casos que, a lo largo de la historia, han sacudido el país. Pocas instancias de la Administración se libran de un político, responsable o director que haya cometido alguna ilegalidad. «La corrupción suele mencionarse como una de nuestras peculiaridades. Algo así sería impensable en otros países europeos, más identificados con la puntualidad, la excelencia organizativa o la precisión para fabricar relojes», reflexiona el magistrado y exportavoz de la organización Jueces para la Democracia en su recién publicado libro, ‘La patria en la cartera’ (Ariel), donde esgrime las claves de cómo este problema ha llegado a ser uno de los más lacerantes de España y aporta numerosas ideas para fortalecer los organismos de control: mayor independencia del poder judicial, transparencia en los partidos y reducción de los puestos públicos elegidos de forma discrecional

No habla bien de España que quien fuera jefe del Estado por casi cuatro décadas se descubra hoy como un gran corrupto, indigno de representar a este país. El primero de los españoles fue impune por demasiado tiempo, porque muchos miraron hacia otro lado, porque sucesivos gobiernos lo ampararon, porque la prensa no cumplió con su papel

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