“Hacer como que no pasa nada y apartar la mirada es de una irresponsabilidad tremenda y se lleva haciendo años. Antes eran palabras homófobas escritas en la pizarra. Hoy son voces que quieren cantar el cara al sol o repiten bulos en voz alta, a veces a gritos”, escribe Noelia Isidoro.

El mal, nos dice Hannah Arendt, se alimenta y crece en ocasiones por una tolerancia mal entendida de las democracias parlamentarias, que a veces no se toman en serio a ciertos actores peligrosos

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