“No podemos seguir asumiendo, tras los luctuosos sucesos mortales de la Valla de Melilla, que los Derechos Humanos estén condicionados a las colaboraciones económicas entre países”, denunciaban colectivos tras la muerte por disparos marroquíes de una mujer migrante en la playa de Akhfennir
Las masivas migraciones de mujeres ucranianas a Europa han sido el caldo de cultivo de la trata con fines de prostitución forzada, hoy la guerra podría estar agudizando ese problema
«Se ha creado un clima de desconfianza mutua, recelo y competencia a degüello». Reproducimos un extracto del último ensayo del pensador polaco.
A raíz de la publicación de unas informaciones sobre la protesta protagonizada por un grupo de sudaneses en Níger y su posterior represión, reflexionamos sobre por qué este tipo de informaciones no generan apenas interés ni entre las audiencias más sensibilizadas.
En sociedades atravesadas por la movilidad humana en todas sus formas, la idea de frontera adquiere un protagonismo cada vez mayor. No se trata únicamente de muros que físicamente diferencian entre quienes están dentro o fuera, sino también de los que se construyen al amparo de la fragmentación de valores comunes compartidos que llevan a negar derechos y del reforzamiento de identidades que se presentan interesadamente como peligrosas. En este contexto, ¿es la frontera un instrumento necesario? ¿es compatible en su configuración actual con los derechos humanos?, o en realidad, ¿en la frontera el miedo no es más que la excusa para la pretendida legitimación de la violencia?