Decir que el 4M ha arrasado el trumpismo “a la madrileña” no es una ofensa a los votantes, como algunos voceros pretenden. A quien se señala es a los responsables de ese discurso político y a quienes lo amplifican a sabiendas de las falsedades que contiene, con el objetivo de defender intereses ideológicos y crematísticos que se traducen en decisiones de gobierno o proyectos de ley que facilitan negocios concretos.

No habla bien de España que quien fuera jefe del Estado por casi cuatro décadas se descubra hoy como un gran corrupto, indigno de representar a este país. El primero de los españoles fue impune por demasiado tiempo, porque muchos miraron hacia otro lado, porque sucesivos gobiernos lo ampararon, porque la prensa no cumplió con su papel

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