plaza ayuntamiento
 
El gobierno de Barberá, y en algunos casos a la pasividad de la oposición, debemos una buena parte de los males que arrastra esta ciudad, bendecida en origen por los dioses (mar, clima, paisaje, historia?) y trastocada por la mano de gobernantes incapaces de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Año tras año, septiembre nos ofrece una inocua celebración que no altera en absoluto el pulso de la calle, ni tampoco el de los dirigentes municipales y técnicos que siguen en lo suyo: manteniendo el lamentable espectáculo de calles atiborradas de obstáculos y de contaminación acústica, térmica y del aire. Me refiero al «día sin coches» oficial, que, como podemos comprobar, resulta una tomadura de pelo.
Tomemos un ejemplo de entre los muchos que ofrece el espacio (¿público?) de nuestra capital. Situémonos en cualquiera de las aceras de la plaza del Ayuntamiento y observemos unos instantes. Si el tiempo es muy caluroso, como en los días recientes, veremos a sufridos viandantes esperando la luz verde para atravesar la plaza en sus múltiples pasos, una espera que a veces se hace insoportable porque el reparto del tiempo es absolutamente desproporcionado entre el número de los que van andando y el de los que van en «carroza». Y más todavía si tenemos en cuenta la «mochila» que llevan unos y otros. En el caso del cruce de la calle de las Barcas, se puede comprobar que en algunos momentos del día, ni siquiera iniciando el paso al principio del verde llega uno relajado al burladero.
Si nos detenemos en la parte de poniente, vemos que a partir de María Cristina, la carrera motorizada es, en ocasiones llamativa. Los coches disponen de 7 carriles de asfalto (material que ocupa el 80% de la plaza, lo que aumenta el gradiente térmico), alguna moto ruge como si estuviera en un circuito de carreras, y no por casualidad al inicio del recorrido hay una placa que dice «fin de la zona 30», y la carrera se prolonga, con verde favorable, hasta las proximidades de la estación del Norte, puerta grande de la ciudad por donde acceden cada día miles y miles de ciudadanos, a trabajar o a otros asuntos y que se han acostumbrado a sortear chatarra ambulante empezando en el propio atrio de la estación. Nadie protesta por permanecer apretujado en un islote hasta que se encienda el verde bajo un sol abrasador, en una de las calles más tórridas en verano, la de Xàtiva.
Si todavía continuamos en la acera de poniente de la plaza, vemos una parada doble frente a Citibank en donde los autobuses realizan una pausa más larga de lo habitual manteniendo a veces sus motores en marcha (se calcula que por la plaza circulan cada día mas de 800 autobuses de la EMT).
No creo que exista ninguna gran ciudad en Europa, en la que la plaza principal permita el aparcamiento y esté atravesada cada día por miles de vehículos que cruzan a chorro el centro como atajo: por San Vicente, por Correos, por Marqués de Sotelo, por Periodista Azzati. En todo el espacio tan solo existe una pequeña zona para resguardarse de tanta agresión. ¿Es esto un espacio cívico?…
Mientras tanto, Madrid nos adelanta por sorpresa. Ya llevan un tiempo „el llamado barrio de las Letras es un buen ejemplo de los beneficios que aportan las medidas de limpieza„ igual que en otras ciudades europeas, restringiendo el tráfico privado sin que se vengan a bajo los mimbres del sistema. Acaban de anunciar la ampliación de la zona limitada a partir del 1º de enero, completando una superficie de 352 hectáreas del viejo Madrid con más de 86.000 personas residentes (el centro histórico de Valencia mide unas 150 para poco más de 20.000 personas). La presión de los vecinos ha sido determinante. Mismo partido político gobernando, opuestos modos de abordar el conflicto.
En Valencia no sólo no hemos avanzado, sino que el crecimiento sostenido de la motorización (con algunas novedades como las motocicletas en las aceras), anula el efecto de cualquier pequeño atenuante puesto en práctica en los últimos tiempos.
Pues eso, viva el día sin coches, y hasta el próximo año
Joan Olmos. Ingeniero de caminos
Artículo publicado en Levante EMV el 30/09/2014