Hacia tiempo que pensábamos en Bretaña y Normandia como posible viaje. Sin motivo para seguir esperando nos decidimos por esa parte de Francia que reúne unas buenas condiciones para un recorrido de una semana. La diversidad de visitas, proximidad y su interés hicieron un viaje donde el aprendizaje no restó espacio al aspecto lúdico. De los menhires del año 6,000 a.c. a las Maquinas Imposibles de la Isla de Nantes, pasando por arte, historia, arquitectura y paisaje, sin olvidar la generosa gastronomía y el buen tiempo que tuvimos la suerte de disfrutar.

Empezamos nuestro periplo por Vannes. Ciudad amurallada con mas de 1.500 años de historia militar. La Catedral de San Pedro, situada en la colina de Menen, alberga la tumba de San Vicente Ferrer y fue destino de peregrinaje.

Seguimos hacia el yacimiento prehistórico de Carnac. Una guiá local nos habló de los 3.000 menhires construidos por los pueblos bretones entre el 6.000 y 3.000 a.c. Alineados en cuatro zonas diferentes.

El dia siguiente nos trajo la visita estrella, el Mont Saint Michael. Estaban de obras en las carreteras de acceso, pero ello no nos impidió subir a la Abadia consagrada al Arcangel San Miguel, pasear por las estrechas calles y desde arriba, ver la extensión de tierra arenosa que se cubre de agua convirtiendo el pequeño promontorio en una isla.

Llegamos a Saint Maló ciudad bombardeada durante el desembarco de Normandia y reconstruida posteriormente.

Dedicamos mas tiempo a la ciudad de Rennes, paseamos por su casco antiguo de casas con entramado de madera y mansiones señoriales de fachadas de los siglos XV yXVI. La Basílica Saint Sauveur y la Catedral de San Pedro.

En Bayeux vimos su famoso tapiz que data del siglo XI y conmemora la batalla de Hastings.

El pueblo marítimo de Etretat nos recordó la pintura impresionista cuando contemplamos su acantilado llamado “el ojo de aguja”, tantas veces pintado por Claude Monet.

En Angers, visitamos el Castillo del Rey Renato el Bueno y el Tapiz del Apocalipsis de finales del siglo XIV.

Resultó impresionante la visita del Cementerio Estadounidense en Colleville-sur-Mer y el memorial del desembarco en Normandía. Aunque el objetivo de nuestro viaje no era el aniversario del día D es imposible sustraerse al sentimiento de desolación al pensar en la destrucción, en aquel día de playas y pueblos que ahora contemplábamos tan apacibles.

Y como punto final del viaje una visita a la Isla de las Maquinas de Caen. Si bien solo unas pocas viajeras optamos por subir a esa fabulosa maquina de sueños que es el elefante, que puede albergar a treinta personas y pasearlas mientras lanza agua por su gran trompa.